lunes, 16 de junio de 2014

AFORTUNADO


Era mediodía. Linda cocinaba una lasaña de pollo y salí al balcón a fumar un cigarro. El sol brillaba sin calentar. Mi vecina de enfrente sacudió una alfombra por la ventana. Las pelusas cayeron al vacío con parsimonia. En la calle un tipo abrió el capó de su coche, se encontraba justo debajo de mí. Parecía buscar algo. Oh, sí. Buscaba algo. Un viejo se le acercó y se quedó mirando. Al cabo de unos segundos, el tipo le mostró con discreción lo que finalmente había encontrado. Desde lo alto pude ver que se trataba de una pistola. La envolvieron en un trapo, el viejo se la llevó bajo el brazo. El otro tipo subió al coche y se marchó. La vecina ya se había metido para dentro, pero su maldito perro no dejaba de ladrar. El horno emitió un pitido: la lasaña estaba lista. Cuando entré, Linda sonreía orgullosa, con la bandeja en la mano y yo, por primera vez, me sentí afortunado de no ser un pollo.




(Incluido en el libro de relatos “Realismo Sucio, homenaje a Charles Bukowski” de la editorial Artgerust.)


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